Los cristales son el ADN de la tierra, una impronta química dejada por la evolución. Son almacenes en miniatura, que contienen los registros del desarrollo de la tierra a lo largo de millones de años y son portadores de un recuerdo indeleble de las poderosas fuerzas que la han conformado. ​ Algunos han sido sometido a enormes presiones y otros crecieron en cámaras profundamente enterradas, algunos se extendieron en capas y otros gotearon hasta llegar a ser… todo esto afecta sus propiedades y su manera de funcionar. ​

Como joyas transforman la negatividad que fluye a nuestras vidas desde cualquier fuente a energías positivas. Las gemas solían ser una prerrogativa real y sacerdotal. Los sumos sacerdotes del judaísmo llevaban puesta una placa sobre el pecho llenas de piedras preciosas, era mucho más que un emblema para designar su función, pues transfiere poder a quien lo usaba.

Los hombres y mujeres han llevado joyas y talismanes de cristal desde la edad de piedra, que tenían una función protectora, además de decorativa, guardando de diversos males a sus portadores. Llevar cristales puestos o simplemente tenerlos cerca de nosotros, puede potenciar nuestra energía. Irradian alegría y curación mientras atrapan la luz..

Muchas personas han tratado de explicar las maravillosas propiedades de los cristales. Los Antiguos Griegos creían que todos los cristales de cuarzo encontrados en la tierra eran fragmentos del cristal de la verdad, arrojado por Hércules desde el Monte Olimpo, hogar de los Dioses. El filósofo Platón, afirmó que las estrellas y los planetas convirtieron el material en descomposición en piedras preciosas gobernadas por su estrella madre o planeta. Para los Pueblos Indígenas de todo el mundo, las piedras y los cristales son entidades vivientes, manifestaciones del gran espíritu creativo, que dan a los cristales el poder de curar plantas, animales y personas.

​Fuente: “La Biblia de los Cristales” Autora: Judy Hall